En octubre de 2018 Nabarralde Fundazioa (con la ayuda de Iturralde y otros grupos y colaboraciones) organizó un congreso bajo el título: “La recreación de los cascos históricos”. En efecto, los cascos antiguos de las ciudades reúnen en sus calles la parte más notable del patrimonio histórico de esas poblaciones. Su identidad reconocible, sus edificios emblemáticos, el escenario de sus hechos célebres, la memoria del pasado y sus personajes, las fiestas, ceremonias y rituales…En esta época de cambios y globalización, el antropólogo Manuel Delgado, en la conferencia inaugural, advertía que la primera condición para la declaración de Patrimonio de la Humanidad para estos barrios históricos es que estuvieran vivos. Habitados. Pero, paradojas de la ley, la declaración de Patrimonio es un sudario; es inmortalizar el decorado y matar el barrio. Venecia, la gran Venecia de los canales y los bellísimos palazzos, es un triste ejemplo.¿Qué hacer con estos lugares llenos de memoria y patrimonio histórico? ¿Elevar el decorado, glorioso, lleno de significados, por encima de las necesidades de las gentes? ¿O anteponer las condiciones de vida social al valor de los elementos patrimoniales? Difícil dilema; en cualquier caso, la recopilación de las intervenciones de aquel congreso nos ofrece una reflexión imprescindible