
Lost Files : binilo deluxe
Empty Files
Discográfica: Forbidden Colours
Año: 2021
Euskarria: Biniloa
Descripción
Tienes 14 o 15 años. Tu habitación. De noche, en la cama, escuchas música con auriculares. Es tu momento. Solo, aislado del mundo en esa oscuridad que es la de tu propio interior, la de tus miedos, emociones y deseos más íntimos y también la del vasto infinito del espacio que te alberga. Los discos que escuchas en esos momentos parecen hablarte a ti y solo a ti, como si solo tu tuvieras la llave que desentraña su interior y te revela sus mayores secretos. Imaginas mundos en los que eres tú quien crea los sonidos. Esos discos te acompañan para siempre pero nunca vuelven a sonar igual. El recuerdo es siempre más intenso que la propia escucha posterior. Es tu versión de los hechos. Solo tuya.
Empty Files afirman que solo el parón y el shock brutal del confinamiento pudo hacer posible el disco que tenemos ahora entre las manos. Ahí fue donde germinaron las primeras ideas y elaboraron sus bases sonoras. En una situación límite que en muchos momentos nos devolvió a todos a aquella habitación de adolescente, aislada del mundo. A veces seguros y protegidos, otras asfixiados, ansiosos y al mismo tiempo temerosos de salir y enfrentarnos al mundo exterior. Volvimos a mirar en nuestros interiores y a regresar a muchas de nuestras obsesiones, descubrimientos, horrores y placeres de aquellos días.
Así imaginé a Txufo, Jose e Imanol cuando me lo contaron. Empujados a una terrible soledad en la que olvidar todo lo andado para volver al origen y aprender una vez más. Escuchando y soñando de nuevo con sus discos más olvidados, enfrentándose a sus demonios interiores y deseando hallar el modo de comunicarse con almas afines. Si cada disco es un proceso de aprendizaje, este ha exigido un desaprendizaje previo, para volver a crear desde el inicio, desde aquel lejano y oscuro dormitorio. Así y aunque una obra tan especial como esta no admite comparaciones, si tuviera que mencionar un disco al que me recuerda ese sería probablemente el “Mezzanine” de Massive Attack, o puede que también el “Faith” de The Cure. Discos que probablemente habrán sonado en esas largas tardes y noches de confinamiento y llevan muchos años alojados en la psique de Empty Files. Encuentro ecos de esos grandes discos, tanto en su sonido, como, sobre todo, en su planteamiento de valiente y decidido salto al vacío. El de un grupo capaz de dejar atrás sus propias estructuras y asideros para lanzarse desnudos a un nuevo espacio desconocido, y así volver a la esencia, a las preguntas, dudas y certezas iniciales para reinventarse, sin dejar de ser fiel a uno mismo, quizá más que nunca. Como si Empty Files nacieran plenamente aquí y ahora.
Así “Lost Files” sabe a disco fundacional. Menos consciente, más intuitivo, más sincero, más verdadero en cierto sentido. Menos acomplejado y deudor de nada ni de nadie. Suyo y solo suyo. Pase lo que pase y digan lo que digan. Un disco hecho por pura necesidad de expresión, sin pensar en el alcance ni la repercusión, ni el encaje de sus resultados.
Portada y contraportada en un negro profundo, letra y portadas en el interior, como esa luz que se apaga en la habitación invitándonos a sumergirnos en la escucha para ver, para ver de verdad, más allá de esta realidad.
Empty Files afirman que solo el parón y el shock brutal del confinamiento pudo hacer posible el disco que tenemos ahora entre las manos. Ahí fue donde germinaron las primeras ideas y elaboraron sus bases sonoras. En una situación límite que en muchos momentos nos devolvió a todos a aquella habitación de adolescente, aislada del mundo. A veces seguros y protegidos, otras asfixiados, ansiosos y al mismo tiempo temerosos de salir y enfrentarnos al mundo exterior. Volvimos a mirar en nuestros interiores y a regresar a muchas de nuestras obsesiones, descubrimientos, horrores y placeres de aquellos días.
Así imaginé a Txufo, Jose e Imanol cuando me lo contaron. Empujados a una terrible soledad en la que olvidar todo lo andado para volver al origen y aprender una vez más. Escuchando y soñando de nuevo con sus discos más olvidados, enfrentándose a sus demonios interiores y deseando hallar el modo de comunicarse con almas afines. Si cada disco es un proceso de aprendizaje, este ha exigido un desaprendizaje previo, para volver a crear desde el inicio, desde aquel lejano y oscuro dormitorio. Así y aunque una obra tan especial como esta no admite comparaciones, si tuviera que mencionar un disco al que me recuerda ese sería probablemente el “Mezzanine” de Massive Attack, o puede que también el “Faith” de The Cure. Discos que probablemente habrán sonado en esas largas tardes y noches de confinamiento y llevan muchos años alojados en la psique de Empty Files. Encuentro ecos de esos grandes discos, tanto en su sonido, como, sobre todo, en su planteamiento de valiente y decidido salto al vacío. El de un grupo capaz de dejar atrás sus propias estructuras y asideros para lanzarse desnudos a un nuevo espacio desconocido, y así volver a la esencia, a las preguntas, dudas y certezas iniciales para reinventarse, sin dejar de ser fiel a uno mismo, quizá más que nunca. Como si Empty Files nacieran plenamente aquí y ahora.
Así “Lost Files” sabe a disco fundacional. Menos consciente, más intuitivo, más sincero, más verdadero en cierto sentido. Menos acomplejado y deudor de nada ni de nadie. Suyo y solo suyo. Pase lo que pase y digan lo que digan. Un disco hecho por pura necesidad de expresión, sin pensar en el alcance ni la repercusión, ni el encaje de sus resultados.
Portada y contraportada en un negro profundo, letra y portadas en el interior, como esa luz que se apaga en la habitación invitándonos a sumergirnos en la escucha para ver, para ver de verdad, más allá de esta realidad.