Presencia asidua y característica en las fiestas populares, los bailes y las principales celebraciones sociales (bodas, actos civiles, procesiones, cumpleaños), el txistu tuvo que hacer frente no obstante a la competencia de instrumentos como violín o acordeón, y a las reticencias de la Iglesia, que lo consideraba inductor de comportamientos lascivos. La creación en 1927 de la Asociación de Txistularis impulsaría su consolidación y fomentaría la ampliación de su repertorio también a través de formatos en dúo y cuarteto. Este esfuerzo encuentra su prolongación en la actividad de una asociación como Silboberri Txistu Elkartea, que desde hace más de veinte años encarga obras de nueva creación para el txistu, y en las inquietudes de intérpretes como el txistulari Aitor Amilibia. Las piezas contenidas en este disco constituyen una pequeña pero significativa muestra de ello.