La industria minera vasca gozó de gran importancia a partir de la segunda mitad del siglo XIX, debido al gran interés que mostró la siderurgia europea por el excelente mineral de hierro de Bizkaia. Esto derivó en la explotación a gran escala de los montes ferruginosos vizcaínos haciendo que, a finales del mismo siglo, el agotamiento de los minerales de mayor ley metálica fuera una realidad. Para dar solución a este inconveniente, las empresas mineras invirtieron en la calcinación del carbonato de hierro, mineral que hasta el momento había sido discriminado a causa de su baja calidad. Este proceso industrial aumentaba considerablemente la ley metálica del carbonato, permitiendo su uso en el horno alto para la producción del acero. En consecuencia, los hornos de calcinación se convirtieron en la piedra angular de la minería del siglo XX, haciendo que estas estructuras jugaran un papel indispensable en la industria minera vasca.