El álbum anterior llamado Bidai, que lancé en 2022, era un álbum instrumental sin solos. Mi curiosidad por probar la improvisación me llevó al Jazz Master de Musike, al final del cual di un recital en 2024, en la sala Victoria Eugenia Club, acompañado por el baterista Ander Zulaika y el acordeonista Javier López Jaso. Las composiciones de aquel recital fueron creadas de forma intuitiva, sin acondicionamiento ni etiquetas, pero dejando espacio a la improvisación. Como quedé satisfecho con el resultado del máster y del recital, comencé a preparar el directo de acuerdo con Ander y Javier. Mientras hacía esto, vi la posibilidad de coserle las letras también a los músicos. Piensa y haz. 

Después de que las composiciones se reorganizaron para incluir voces, se crearon ocho canciones. Ruper Ordorika me dijo una vez “Mikel, sin voces no son canciones, son piezas”; así, como tales, las piezas se convirtieron en canciones. Entonces pensé que merecía la pena traer al grupo a alguien que supiera cantar de verdad y recurrí a Leire Berasaluze. Leire, la hija de Xabier Leturia, que ha sido mi compañero en el escenario durante tantos años, enseguida se preparó para interpretar las canciones con su voz, y se metió de lleno en el proyecto de canciones de Pop-jazz.

Para crear las letras contacté con el escritor Mikel Taberna. Le sugiero la idea del trabajo final del Máster, que se basa en lo que dice Chema Vilchez sobre la música transpersonal: la importancia de la persona detrás del artista; lde conectar con la esencia de lo que somos, oculta tras el velo de los pensamientos egoicos. Conectar con el ser, más allá del pensar, facilita que surja la intuición y la creatividad.