Mundua eder
Urdangarin, Mikel
Discográfica: Mikel Urdangarin
Ubicación en la feria: Musikaren plaza 016
15 €
Año: 2024
ISBN: LG-B-18993-2024
Euskarria: CD
Descripción
El Mundo Bello.
Para sufrir al mundo no nacimos, escribí en 1997. Así lo creía entonces y lo creo igual ahora. Con la cuarta parte del nuevo siglo llamando a la puerta, en el mismo momento en que el mundo se desangra en Europa, África, el oriente próximo y los once lugares abandonados de los que no se sabe nada de ellos, al disco de nueve canciones lo he llamado Mundua Eder. Demasiado temerario. Quizá demasiado ingenuo. Optimista, seguro.
No somos de ayer y la bilis de la vida estoy sobradamente saboreada, hasta sentir sus garras en lo más profundo. También he tenido bastante de miel, también he acertado a aprender con caricias, afortunadamente. Pero sé lo que es perder; y cuando vuelvo a buscar la miel estoy dispuesto a perderla otra vez. Porque he aprendido que perder también es de belleza.Ir a buscar la belleza es algo así. No es posible detectarlo sin estar cerca de hacerse daño en el intento. Porque también ella, como la rosa tiene espina, tiene su lado oscuro y afilado, que sin ella no se puede entender.
La belleza como tal y como todas las cualidades es un concepto vacuo. Nosotros los humanos le damos valor, todo el sentido que tiene. En definitiva, la belleza no es más que una actitud hacia el mundo, hacia lo que nos rodea; una forma de mirar, de sentir, de vivir. Dedicarse a la música, crear canciones, buscar la emoción, por ejemplo, son formas de belleza. Formas vivas, móviles, defectuosas, frágiles, rotas y efímeras...
Yo veo el mundo hermoso, con nosotros y todo. Y hago canciones, señal de ello. Me vive el optimismo radical desde que nací, que sin cegar en el esfuerzo ha tomado a su merced todos los lados oscuros hasta hoy. Quién sabe mañana. Pero la batalla de hoy no me va a amedrentar.
Este nuevo trabajo pretende mostrar formas de belleza que no quieran esconder el otro lado de la moneda. Nueve canciones, nueve miradas, nueve esfuerzos. La vida misma, tal como es. O mejor dicho, la vida, como yo la veo.
Para sufrir al mundo no nacimos, escribí en 1997. Así lo creía entonces y lo creo igual ahora. Con la cuarta parte del nuevo siglo llamando a la puerta, en el mismo momento en que el mundo se desangra en Europa, África, el oriente próximo y los once lugares abandonados de los que no se sabe nada de ellos, al disco de nueve canciones lo he llamado Mundua Eder. Demasiado temerario. Quizá demasiado ingenuo. Optimista, seguro.
No somos de ayer y la bilis de la vida estoy sobradamente saboreada, hasta sentir sus garras en lo más profundo. También he tenido bastante de miel, también he acertado a aprender con caricias, afortunadamente. Pero sé lo que es perder; y cuando vuelvo a buscar la miel estoy dispuesto a perderla otra vez. Porque he aprendido que perder también es de belleza.Ir a buscar la belleza es algo así. No es posible detectarlo sin estar cerca de hacerse daño en el intento. Porque también ella, como la rosa tiene espina, tiene su lado oscuro y afilado, que sin ella no se puede entender.
La belleza como tal y como todas las cualidades es un concepto vacuo. Nosotros los humanos le damos valor, todo el sentido que tiene. En definitiva, la belleza no es más que una actitud hacia el mundo, hacia lo que nos rodea; una forma de mirar, de sentir, de vivir. Dedicarse a la música, crear canciones, buscar la emoción, por ejemplo, son formas de belleza. Formas vivas, móviles, defectuosas, frágiles, rotas y efímeras...
Yo veo el mundo hermoso, con nosotros y todo. Y hago canciones, señal de ello. Me vive el optimismo radical desde que nací, que sin cegar en el esfuerzo ha tomado a su merced todos los lados oscuros hasta hoy. Quién sabe mañana. Pero la batalla de hoy no me va a amedrentar.
Este nuevo trabajo pretende mostrar formas de belleza que no quieran esconder el otro lado de la moneda. Nueve canciones, nueve miradas, nueve esfuerzos. La vida misma, tal como es. O mejor dicho, la vida, como yo la veo.